Desde la Antigüedad Clásica existen referencias que recogen noticias de unas islas descubiertas por los navegantes fenicios y cartagineses. La más clara está en la Historia Natural de Plinio «el Viejo» (siglo I d.C.), que alude expresamente a Gran Canaria como Canaria y recoge una de las hipótesis en torno al origen del topónimo: llamada así por la abundancia de perros. Claudio Ptolomeo, en su Geografía, da el nombre y situación de seis islas. Gran Canaria aparece como «Kanaria nesos».

La caída del Imperio Romano abre un vacío en el conocimiento de las Islas que se prolonga hasta pasado el siglo X.

En la vecina costa atlántica africana los árabes convirtieron las islas Afortunadas de los textos greco-latinos en las Islas Eternas (Gezair Al-jalidat) de al-Mas’udi (896-956), al-Bakrī (1014-1094), y, amén de algunas referencias confusas como las de al-Idrisi (1099-1165), puede garantizarse que el historiador Ibn Jhaldun (1332-1406) ofrece en sus Prolegómenos noticias sobre las Islas Canarias que bien pudieran ser ciertas

El resurgir de las noticias sobre el archipiélago se produce a partir de la ocupación de Oriente Próximo por los musulmanes (finales del siglo XIII) y la necesidad de encontrar una vía alternativa desde occidente para llegar a India y China.

Los viajes de los genoveses sirven para que Europa recupere el conocimiento de Canarias. Así, en el primer tercio del S. XIV, llegó a la isla más oriental Lancelotto Malocello, a quien Lanzarote debe su nombre. Desde entonces, el Archipiélago empieza a figurar en las cartas de navegación. La del mallorquín Dulcert, de 1339, es la primera que se conoce.

Posteriormente, se suceden las expediciones de catalanes y mallorquines.

La primera de la que se posee constancia se produjo en julio de 1341 y la envió Alfonso IV de Portugal.

Está documentada en una carta del segundo jefe de la expedición, Nicolosso Da Recco, carta que dio pie al relato atribuido a Bocaccio «De Canaria y de las otras islas nuevamente halladas en el Océano allende España».

En el siglo XV comienzan a aparecer relatos sobre la conquista de las Islas.

La más temprana es Le Canarien, crónica de la conquista normanda que relata las incursiones de Jean de Bethencourt y Gadifer de la Salle.

Sobre Gran Canaria dice: «Tiene 20 lenguas de largo y 12 de ancho», al tiempo que describe sus gentes y cómo viven.

La gran crónica de la Conquista, redactada en el siglo XV, y atribuida por algunos al alférez mayor de la misma, Alonso Jáimez de Sotomayor, se encuentra perdida. De ella quedan versiones realizadas en los siglos XVI y XVII, pero sus textos unen recopilación y recreación.

Ofrecen distintos enfoques sobre asuntos tales como los indígenas canarios, el papel político de Telde y Gáldar o la figura de Juan Rejón. Son cuatro las versiones más conocidas:

  1. La crónica Matritense, extracto peninsular realizado en 1526.
  2. La crónica Ovetense, depositada en la Universidad de Oviedo, copia que data de 1639.
  3. La crónica Lacunense, copia hecha en 1666, que tiene añadidos de Cedeño y Gomes Escudero.
  4. Historia de la Conquista de las Siete Yslas de Canaria, recopilada por el Licenciado Francisco López de Ulloa en 1646.

Los textos más recientes son las obras de los que pueden ser llamados los primeros historiadores de Canarias.

Emplean como fuentes los relatos de la Conquista, pero aportan nuevos testimonios, investigando a través de descendientes de canarios y observando directamente yacimientos y materiales arqueológicos.

Se hallan menciones a Gran Canaria en Torriani («Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones») y Abreu y Galindo («Historia de la Conquista de las siete islas de Canaria»), que escriben entre los siglos XV y XVI.

Otras aportaciones destacables son las de Fray José de Sosa («Topografía de la isla Afortunada de Gran Canaria») y Pedro Agustín del Castillo («Descripción histórica y geográfica de las Islas Canarias»), que redactan sus obras ya bien entrado el siglo XVII; José de Viera y Clavijo,(«Noticias de la Historia General de las Islas Canarias»), que lo hace en el siglo XVIII; y Agustín Millares Torres («Historia General de las Islas Canarias»), en el XIX.