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MONEDA DE ENRIQUE IV DE CASTILLA CON RESELLO DESCUBIERTA EN EL V CAMPUS DE ARQUEOLOGÍA CUEVA PINTADA
La moneda se descubrió en la estructura nº 61 que está situada en la zona suroeste del yacimiento, muy próxima a la cámara decorada. Los paramentos fueron identificados en la campaña del año 2002 y se ha excavado en distintas campañas desde entonces. La última de ellas se llevó a cabo en el año 2019, en el marco del V Campus de Arqueología Cueva Pintada que se desarrolló en la segunda quincena del mes de julio.
Esta casa se encontraba en la línea de uno de los muros de los bancales agrícolas, que hasta el año 1887 compartimentaban el yacimiento arqueológico. Por ello, una parte de ella fue afectada por la construcción del citado bancal, en concreto la zona de acceso de la estructura se perdió en los trabajos de explanación del sustrato y posterior construcción de los muros agrícolas.
En el interior de la estructura de habitación se han identificado por el momento dos espacios individualizados que parecen corresponder a dos fases de construcción distintas, pero de la que todavía faltan por excavar los niveles primarios. Por ello es aún prematuro establecer su funcionalidad, su evolución y cómo se relaciona con el resto de las casas del poblado de Agáldar.
La moneda se descubrió en los niveles de derrumbe y abandono de la estructura. Estos niveles están formados por sedimento suelto, de tierra poco compacta, y que contiene numerosas piedras de mediano y pequeño tamaño, algunas de ellas, con probabilidad, de los elementos que conformaron la casa, ya sea de las paredes, ya del propio techo.
En estos niveles se recuperó, junto a la moneda, numeroso material. Los restos de malacofauna (lapas y burgaos) son los más abundantes, y aparecen formando grandes acumulaciones. Igualmente, numeroso es el material prehispánico, entre las que destacan los fragmentos de cerámica, muchos de ellos pintados con almagre. Son recurrentes los elementos de industria lítica en basalto y también, aunque en menor número, de obsidiana. Juntos a estos materiales de adscripción canario-amazige se contabilizan ejemplares de época colonial, como cerámica a torno (entre ellas meladas y mayólicas) y diverso material metálico, entre los que se identifican clavos, elementos de placas metálicas, pequeños alambres…etc.
Es evidente, como pasa en otras zonas del yacimiento, que el espacio interior de las estructuras, una vez abandonadas, han funcionado como auténticas “trampas de fósiles “, acumulando materiales en un lapso temporal todavía por definir y en el que las casas se colmataron de los sedimentos que las cubren, proceso en el que debió tener gran importancia la bancalización que se produjo a principios del s. XIX.
El proceso de restauración
La superficie de la moneda presentaba una capa de corrosión cúprica que ocultaba por completo todo el metal. El grado de deterioro depende de varios factores, como son la calidad de la aleación del metal, el trato dado durante su uso y las condiciones ambientales mientras ha permanecido enterrado. Las sucesivas limpiezas que se realizaron, compaginando procesos físicos y químicos, dejaron al descubierto un alto desgaste de la superficie y de los bordes. El relieve ha quedado bajo la deformación sufrida por el resello encontrado, tanto el anverso como el reverso.
Uno de los principales males del cobre y sus aleaciones, son los cloruros de cobre, los cuales se reactivan con la salinidad, tanto procedente del estrato arqueológico, como de la humedad ambiente. La extracción de estas sales es siempre parcial, puesto que los compuestos que se establecen en el interior del metal son muy difíciles de retirar, pero se pueden controlar mediante unas medidas de conservación adecuadas como son la vigilancia de parámetros de temperatura y, especialmente humedad, para evitar su reactivación y el avance del proceso de corrosión.
Los datos históricos
Esta moneda fue acuñada en el reinado de Enrique IV de Castilla (1454-1474). Se trata de pieza de vellón, llamada blanca de rombo o dinero, cuyos primeros ejemplares fueron emitidos en 1471. El gobierno de este monarca castellano fue uno de los más inestables en lo que atañe al sistema monetario y se caracterizó por la devaluación de la moneda y las frecuentes falsificaciones de piezas llevadas a cabo en talleres monetarios instalados, sin licencia real, en distintos lugares del reino.
Este ejemplar no permite leer las habituales leyendas del anverso (ENRICVS DEI GRACIA) ni del reverso (XPS VINCIT XPS REG) y apenas nos deja advertir el castillo y el león rampante coronado, ambos dentro del lonsange, que figuran siempre y respectivamente en el anverso y el reverso de estas monedas. Sin embargo, nos regala un nuevo reto y es el de averiguar a qué se corresponde la enigmática marca que se contempla en el anverso. Estas marcas solo aparecen en dos series de monedas acuñadas durante este reinado: en los cuartos posteriores al Ordenamiento de 1461 y en las blancas que se emiten a partir del Ordenamiento de 1471.
Hemos consultado la bibliografía al uso (véase Roma Valdés, 2005) y preguntado a expertos y expertas en la materia y ninguna de las marcas que se conocen para estas monedas se corresponde con este ejemplar. Por el momento tan solo podemos volver a recordar que la situación de caos en la que se encontraba la circulación monetaria durante el reinado de Enrique IV, cuyas acuñaciones sufrieron devaluaciones durante todo el período y en los que crecieron las cecas falsas, hizo que la desconfianza sobre el numerario circulante fue en aumento y que tal vez, como apuntan algunos autores, la función de estas marcas fuera la de distinguir las piezas buenas de las monedas malas. Pero incluso esto sigue siendo solo una hipótesis que aún hoy está por confirmar. En el yacimiento de la Cueva Pintada existen más ejemplares de estos dineros de vellón o blancas de rombo, de algunos de los cuales se ha podido identificar las cecas de Cuenca, Toledo y Sevilla. De hecho, el numerario de este reinado solo está representado por estas piezas.
En cualquier caso, durante el reinado de los Reyes Católicos siguió circulando el abundante numerario acuñado en tiempos de Enrique IV. Isabel I de Castilla tan sólo ordenó una disposición al respecto en febrero de 1475 estableciendo que estas blancas acuñadas tras el Ordenamiento de 1471 en las cecas oficiales conservaran su valor de 1/3 de maravedí y que las otras blancas de rombo no oficiales y las anteriores a 1471, que no llevan el castillo y el león en el losange, tuvieran un valor de 1/6 de maravedí. Hay autoras (Balaguer 1993) que no descartan que las blancas del último tipo de Enrique IV siguieran batiéndose algunos años después del fallecimiento de este monarca castellano.
CPG19; 19/07/2019
E61; Cuadrícula 12; CEII; UE4; Levantamiento 1
Inventario: 1853. Nº colección numismática: M89
Código museo: 2019-1853
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